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Opening Reception Remarks at #OGPArgentina, November 20 2017

As delivered in Spanish at the top; English version below.

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Distinguidos invitados, damas y caballeros, amigos y colegas:

Es un honor profundo y un privilegio tener la oportunidad de dirigirme a Uds. al celebrar el inicio de esta semana tan importante aquí en Buenos Aires. Como suele suceder en los eventos de la Alianza para el Gobierno Abierto / Open Government Partnership (OGP), veo tantos amigos en el salón que siempre me siento muy en casa cuando asisto una reunión de la OGP, sin importar en qué ciudad o país estemos.

A diferencia de nuestras reuniones anteriores, sospecho que esta semana nos enfocaremos no solo en soluciones nuevas e innovadoras para promover la transparencia, la rendición de cuentas y la participación en el gobierno, sino también en los desafíos que enfrentaremos colectivamente durante los meses y años venideros.

Señoras y señores: la luna de miel para el gobierno abierto ha terminado. De muchas maneras, esta semana marca el principio del siguiente capítulo dentro del movimiento para el gobierno abierto, en que se pondrán a prueba nuestra resiliencia y nuestros principios como nunca antes.

Las elecciones de 2015 aquí en Argentina nos demostraron la velocidad con que la agenda de gobierno abierto se puede revitalizar con el liderazgo político que abraza los valores medulares de la OGP. El trabajo actual que se está haciendo en Argentina para que se abra el gobierno –en ambos niveles, federal y local– nos inspira a todos. Me emociona tener a tantos amigos de la sociedad civil que están actualmente sirviendo a sus conciudadanos argentinos en su carácter de empleados públicos dedicados. Es un testimonio excepcional de los principios de acción colectiva y co-creación que son fundamentales para la OGP.

Mi propio país, Estados Unidos, ofrece una historia aleccionadora. Justamente nos recuerda lo rápido que los logros alcanzados en muchos países pueden ser minados por los cambios de liderazgo político. Estados Unidos solía poner el ejemplo para todo el mundo en cuanto al gobierno abierto, pero hoy nuestro gobierno federal ha abandonado la agenda de apertura a pocos meses de haberse iniciado un nuevo mandato. Su liderazgo actual desprecia abiertamente los principios consagrados en la Declaración de Gobierno Abierto. El que fue alguna vez ejemplo inspirador para el gobierno abierto se ha convertido en una especie de sombra de sí mismo, que se deteriora rápidamente al ser golpeado por fuerzas políticas de toda índole.

Si los últimos años nos han enseñado algo, es que las cosas no se mantendrán estáticas durante el viaje hacia un gobierno más abierto en ningún país. Con el tiempo, Estados Unidos se restablecerá, y sin duda Argentina enfrentará algunos retrocesos en el futuro. Algunos de los que estamos en esta sala ya no estaremos en las próximas reuniones regionales y cumbres de la OGP. Apenas la semana pasada, recibimos la triste noticia de que Radu Puchiu, secretario de estado en Rumanía, quien participó en el comité directivo de la OGP durante muchos años y aportó un liderazgo increíble, fue despedido sin aviso. Podemos esperar más cambios repentinos como este en años venideros, no menos.

En medio de toda esta fluidez, ¿cómo podemos llevar adelante con éxito los cambios increíblemente complejos y de larga duración que buscamos en nuestros gobiernos y nuestras sociedades?

Mi respuesta es sencilla: la fuerza más grande de la comunidad de gobierno abierto está en sus valores. Estos valores son inmutables y forman los cimientos de nuestra estabilidad. Valoramos la transparencia y la apertura. Valoramos el derecho de todas las comunidades y los ciudadanos a participar en la toma de decisiones que afectan sus vidas. Y comprendemos la importancia de hacer que los que detentan el poder rindan cuentas sobre el cumplimiento de las promesas que han hecho a nuestras comunidades.

Esos valores –consagrados en la Declaración de Gobierno Abierto– sobrevivirán a cualquiera de nuestras administraciones públicas o nuestra temporada en la dirección de las organizaciones de la sociedad civil. Son más fuertes que nuestros adversarios y que aquellos que quisieran cerrar las instituciones de gobierno y regresar a una era de secretismo, abusos del poder e impunidad. Esos valores son poderosos porque son justos y atinados, y hoy más que nunca nuestros conciudadanos esperan que nos atengamos a ellos.

Al iniciar esta semana de aprendizaje e inspiración compartidos, no se olviden de los valores fundamentales de la OGP. Cuando las políticas reformistas hacen que nuestros esfuerzos parezcan imposibles, recuerden la esperanza y la aspiración que nuestros valores nos proporcionan. Cuando nos sintamos solos y aislados en nuestra labor, recuerden esta sala llena de luchadores y agentes de cambio que comparten nuestros valores comunes y están listos para echarnos la mano. Y cuando nuestros adversarios pongan obstáculos en nuestro camino, recuerden: nos temen por la fuerza de nuestros valores. Los valores del gobierno abierto son nuestro escudo, pero también nuestra lanza. Ha llegado el momento de usarlos.

Muchísimas gracias.

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Distinguished guests, ladies and gentlemen, friends and colleagues:

I’m deeply honored and privileged to have the opportunity to address you this evening as we celebrate the beginning of this important week here in Buenos Aires. As with all Open Government Partnership (OGP) events, there are so many friends in the room that I always feel like I’m coming home when I come to an OGP gathering, regardless of the city or the country we’re in.

Unlike previous OGP gatherings, I suspect this week will be one where we focus not only on new and innovative solutions to promoting transparency, accountability, and participation in government, but also on the challenges we collectively face in the months and years to come.

Ladies and gentlemen, the honeymoon period in open government is over. And in many ways, this week marks the beginning of the next chapter in the open government movement, one in which our resilience and our principles will be tested like never before.

Elections in 2015 here in Argentina showed us how quickly the open government agenda could be reinvigorated by renewed political leadership that embraced OGP’s core values. The current work to open up government being pioneered here in Argentina -- at both the federal and local levels -- is inspiring to us all. I’m thrilled to have so many friends from civil society now serving their fellow Argentinians as dedicated public servants. It’s a remarkable testament to the principles of collective action and co-creation that are at the heart of OGP.

My own country, the United States, offers a more cautionary tale. It reminds us of just how fast the gains we have made in many countries can be undermined by those same changes in political leadership. Once an important leader on open government around the world, the United States federal government abandoned the openness agenda just months after its term began. Its leadership openly flouts the principles enshrined in the Open Government Declaration. What was once a beacon of inspiration for open government is now an increasingly disfigured memorial of sorts, rapidly decaying as political elements pound it from all sides.

If the past several years has taught us anything, it is that things will not remain static during the journey towards a more open government in any country. The United States will eventually rebound, and Argentina will undoubtedly face future setbacks. Some of us in this room will not be here at the next OGP regional meetings and summits. Just last week, many of us received the sad news that Radu Puchiu, a state secretary in Romania who served on the OGP steering committee for many years and provided incredible leadership, had been suddenly sacked with no warning. We should expect more of these sudden changes in the years to come, not fewer.

In the midst of all of this fluidity, how can we possibly manage to navigate the incredibly complex and long-term changes we seek in our governments and in our societies?

My answer is a simple one: the open government community’s greatest strength is its values. Those values are immutable and are the bedrock of our stability. We value transparency and openness. We value the right for all communities and citizens to participate in the decision making that affects their lives. And we understand the importance of holding duty bearers to account when they violate their promises to our communities.

Those values – which are enshrined in the Open Government Declaration – will outlive any of our public administrations or our time leading civil society organizations. They are stronger than our opponents and those who would seek to close government off from the public and return to an era of secrecy, abuses of power, and impunity. They are powerful because they are just and they are right, and our fellow citizens have come to expect them of us.

As we begin this week of learning and inspiration from one another, do not forget OGP’s core values. When the politics of reform make our work feel impossible, remember the hope and aspiration our values provide us. When we feel alone and isolated in our work, remember this room full of champions and reformers who share our common values and are ready to lend a helping hand. And when our opponents throw up obstacles in our path, remember: they fear us because of the power of our values. Those open government values are both our shield and our spear. It’s time we used them.

Thank you very much.